martes, 30 de agosto de 2011

騎士の剣


- Recomiendo escuchar la canción del vídeo acompañando la lectura


Tsujin estaba ensimismado contemplando por la ventana aquella joven. La chica andaba meneando su esbelto cuerpo, provocando las miradas pervertidas de todo hombre con el que se cruzaba.
Su cabeza se erguía muy alta y no se dignaba a pararse para saludar a nadie, daba la impresión de que su honestidad tocaba tan hondo como su belleza alcanzaba los lindes del Olimpo.

A Tsujin esto no le importaba, se había quedado hechizado con la impresionante hermosura de la muchacha, no podía pensar en otra cosa desde que la vio aquel día y anhelaba poder cruzarse algún día con ella para intentar conocerla.

Unas semanas más tarde tuvo la oportunidad, mientras caminaba absorto en sus pensamientos tropezó con ella y cuando alzó la vista topándose sus ojos con los suyos se quedó perplejo. Ella hizo un gesto de grosería y se apartó de él para continuar su camino, sin reparar tan siquiera en la cara del pobre chico.

Tsujin se tiró en su cama nada más llegar a su casa, su decepción no alcanzaba límites... Sin embargo su chasco tornó a dolor y furia cuando salió abrió la puerta de su casa para bajar un rato a tomar el aire, la vio a ella petando en la puerta de enfrente, el piso de Mocunado, aquel tío que solo le importaban sus músculos y trataba a todo el mundo como vulgares moscas apaleables.
Tsujin cerró la puerta de golpe y se quedó espiando por la mirilla de la misma, contempló como la muchacha se abalanzaba sobre el mastodonte para comerle la boca lascivamente mientras las manos de ambos se tocaban las más recónditas partes de sus cuerpos.

El giró la mirada hacía el suelo, con los ojos húmedos... Pero se obligó a si mismo a no soltar ni una lágrima. Al rato se escucharon gemidos y golpes, que fueron a más a la par que la furia de Tsujin aumentaba.

No estaba furioso porque otro hombre tocase a la mujer por la que sentía tal obsesión, si no porque no podía entender como alguien de tan extraordinaria belleza podía sentir cualquier tipo de atracción por un ser ruin y carente de inteligencia para poder convivir con la gente civilizada la menos.

Los años pasaron y esto no se convirtió más que en una triste anécdota de la adolescencia de nuestro protagonista. El ahora presentaba un cuerpo curtido por los entrenamientos de combate, se había alistado en el ejército de su país para luchar en la guerra. Sus aptitudes eran increíbles y en poco tiempo sus proezas le habían ascendido a coronel de todo un regimiento de más de mil hombres.

En su pueblo era famoso, participó en muchas batallas de las cuales otras muchas fueron decisivas para la victoria de su país. Practicamente era un héroe para todo el mundo que le rodeaba aunque en su interior se sentía horriblemente mal. Segó la vida de muchas personas, personas que como él se alistaron para luchar por algo que no sabían si creían o no, jóvenes confusos y arduo valor.
Aunque para el resto era un formidable guerrero, para él mismo no era más que un tío con suerte y con ganas de vivir...

Un día mientras paseaba por las tranquilas calles de su pueblo tropezó con una chica. El robusto cuerpo apenas notó el impacto de un cuerpecillo debilitado que rebotó atentando contra la dura calzada. La chica se había magullado y Tsujin la ayudó a levantarse. Cuando sus ojos se cruzaron él la reconoció al instante, era aquella adolescente hermosa que tanto había taladrado los pensamientos del héroe, pero que ahora no eran más que la ventana a un recuerdo pasado de lo que era. La chica presentaba un aspecto lamentable, sus ropas eran las de una vagabunda y estaba demasiado delgada, parecía como si llevase días sin comer.

Ella no sabía quien era Tsujin en realidad, solo lo que saben todos los del pueblo y sintió demasiada vergüenza por lo que apartó la mirada y siguió su camino, pero esta vez con la cabeza baja...

Tsujin le agarró del brazo y sacó de su bolsillo una bolsa donde llevaba un bocadillo para comer más adelante, tenía pensado sentarse en un banco al lado del estanque para merendar contemplando la calida tranquilidad de las ondas del agua. Abrió la palma de la mano de la chica, posó el bocadillo en ella y a continuación le cerró los dedos.
La chica se quedó perpleja con la boca semiabierta, sin decir nada.

Pero él si dijo algo.

Aquellos adorados por los demás tenemos la obligación de alimentar sus esperanzas, si no el fruto de su dolor hará que el destino se torne para darnos de comer lo que realmente nos merezcamos.

Dicho esto, soltó la mano de la chica y siguió su ruta sin mirar atrás.

La muchacha cerró la boca del todo y un par de lágrimas corrieron por sus pálidas mejillas... ¿Lágrimas de alegría por la bondad recibida o por el arrepentimiento que las palabras de Tsujin le había hecho emerger?


"El demonio tiene 9 personalidades diferentes, la más noble es aquella que sigue sus principios hasta el final de los tiempos sin arrepentirse nunca de las decisiones tomadas. Por ello muchas veces no se considera como una aptitud diabólica pues el bien también la representa en muchas ocasiones. Esta personalidad tiende a sufrir mucho y pierde más que gana con el paso del tiempo, pero es respetada, querida y sobretodo le da la paz aquel que la representa, pues no hay mayor satisfacción que cumplir con los propósitos que uno se encomienda por duros que estos sean."

7º Personalidad del Rey Demonio, Nero, Caballero de la Rectitud.



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