lunes, 5 de mayo de 2014

Congelación por vapor.



Una espalda por mil palabras.

Ríos de sangre recorren los cabezales, inundan las estrellas, apagando su brillo otorgado por herencia y descubren a su paso la oscuridad que te reclama como suyo. Desde tiempos inmemoriales perteneciste a ella y sus tentáculos te atrapan para que no rompas con el destino que los dioses te tienen preparado.

Quiero mas.

Como un fruto delicioso, obtienes un bocado para después una mano imperecedera te lo arrebate precipitándolo contra el suelo, atónito contemplas como se oxida sin tu cuidado.

Quiero mas.

Maldices al azar, atentas contra los cánones establecidos porque no crees que haya en tu conciencia un ápice de culpa. Todo es relativo, nada es una verdad compacta y tu eres condena de la corrupción de un alma atormentada que no busca más allá que enmendar sus errores pisando con fuerza y aplastando la piedra que siempre te hace caer en todos los caminos.

Quiero mas.

Sientes la incertidumbre, la ventisca congelando tu llama de la esperanza, pero sigues creyendo que más allá del valle existe una hoguera donde calentarte, no temes que pueda apagarse con el tiempo, no temes que te la roben, no temes nada porque su calidez te da la fuerza de toda Asgard.

Quiero mas.

Las voces te susurran para nublarte el jucio, quieren mutarte en maldad y desasosiego pero instintivamente luchas contra todo, algo te empujar a combatirlas pero en el apogeo de la batalla ves como aquel por el que luchas se va, dejándote a merced de tus enemigos mientras te clavan sus espadas en la espalda.

Quiero mas

Añoras los tiempos venideros, agarras la nostalgia de tus recuerdos afables. Quieres evocarlos y darles forma material, quieres percibirlos con los 5 sentidos pero tocas el techo de la dura realidad, estás encadenado y las paredes se agrietan, no puedes escapar, solo puedes esperar la muerte perplejo e inútil.

Quiero mas

Sueltas amarras, coges el timón y tu rumbo se vuelve inalterable. Cortas el mar con fervor y el viento te apoya con el aliento de un dragón, ni 20 ciclones destrozarán tu barco, piensas. Pero la tormenta quiere ahogarte entre sus hijas las olas, te aplacan el valor, refrescan tu ansiedad y a pesar de que tus andanadas rugen como leones no pueden ni rascar la superficie del auténtico mal.





Estás congelado.

Intentas moverte pero tus músculos no reaccionan, intentas hablar pero de tus labios solo se oye el silencio, intentas pensar pero tu mente se ha ido. Como el humo del tabaco, te expandes hasta desaparecer, fuiste necesario pero ahora solo eres vacío, un recuerdo encriptado y encadenado que se hundirá con el paso del tiempo en el volcán del infierno.




Estira la mano, puede que alguien la necesite...


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