domingo, 3 de julio de 2011

Un punto de vista alternativo



Que rico está el whiskey a las 11 de la noche un día entre semana. Eso mismo se me pasaba por la cabeza mientras removía el vaso viendo como el cubito de hielo se meneaba sinuosamente bañado en el líquido dorado.

Pegué un trago y deposité el vaso en la barra sin despegarlo de mi mano. Fue entonces cuando le ví por primera vez. Un hombre alto que vestía una gabardina oscura que le cubría desde el cuello hasta los talones, con su mirada vigilaba todo a su alrededor aunque la expresión que emitía daba la sensación de que realmente no estaba viendo a nadie.

Se sentó a mi lado y sin levantar la cabeza pidió una copa de Brandy. Gustosamente el camarero se la pasó deslizándola por la barra, el hombre la atrapó sin inmutarse. Se quedó ensimismado mirando la copa unos segundos y después le pegó un trago sin vacilación, acto y seguido la posó en la superficie de madera y volvió agachar la cabeza. Parecía un tipo realmente curioso, la verdad.

- Dime, ¿Alguna vez has querido romper con todo? ¿Desprenderte de las cadenas que te atan a una vida monótona y vacía? - Me preguntó al cabo de un rato.

- ¿Me estás hablando a mí? - Pregunté extrañado.

- No hay nadie más cerca, el camarero se ha ido al cuarto de baño.

- ¿Cómo sabes que se ha ido al lavabo? - Repliqué.

- Eso no tiene importancia, pero respóndeme si puedes.

Me quedé un rato meditando, era una pregunta con trampa, o al menos eso a mi me parecía porque estaba lejos de ser algo normal.

- La verdad es que no, soy un tío sencillo que ama las cosas sencillas. Soy feliz con mi vida tal como es.

- Comprendo. - Dijo él sin despegar la mirada de su copa de Brandy.

- ¿A qué venía esa pregunta tan extraña? ¿Sueles buscar conversación entrando con esos temas tan dispares? Le pregunte de nuevo curioseando.

- Te lo pregunté a ti porque me parecías una persona sincera, pero veo que me he equivocado. - Dicho esto el hombre se levantó y se fue por la puerta, dejando la copa a medio terminar y sin pagar.

Observé la puerta que se quedó en un vaivén debido a la fuerza del viento, fuera hacía un tiempo de perros aunque no había empezado a llover todavía. Algo me llamó la atención, donde estaba la copa de Brandy ahora había una bolsa de plástico con una especie de polvo blanco en su interior. Pensé que sería un poco de coca que se la habría caído al individuo así que eché mano de ella, con esa maravilla esta noche prometía ser verdaderamente divertida.

Dejé encima de la barra los 4.50€ que costaba el whiskey, cogí mi abrigo y me largué por donde se marchó el hombre misterioso. Justo fue poner un pie en la calle y empezó a llover poderosamente, me cagué en todo lo cagable y eché a correr hacia mi coche. A mi desgracia no estaba donde lo había aparcado, me agaché para ver si veía algún cristal roto o alguna marca de neumático que verificase que me lo habían robado pero no había nada, absolutamente nada, además la intensa lluvia dificultaba la visión y estaba acabando con mi paciencia, y como no me diera prisa también con mi salud.
Me refugié debajo de un toldo de una tienda de ultramarinos, saqué un puro a medio terminar del bolsillo de mi chaqueta y lo encendí con un zipo que extraje del otro bolsillo. Malditos puros habanos, sabían mejor el puto whiskey, pensé para mis adentros. Después de la primera calada fuerte, solté el humo que se difuminó entre la oscuridad de la noche, y a mi sorpresa apareció el hombre del bar.

- Tienes algo que es mio - Me dijo con una expresión amenazante.

Saqué la bolsa y se la tiré.

- Toda tuya amigo, de todas formas el sabor bendito de esta maravilla me ha recordado que cosas como esas no me hacen falta para ser feliz. -  Le espeté con una sonrisa burlona.

- Estás muy equivocado. - Respondió al instante.

Como un rayo, extrajo el polvo blanco de la bolsa y con una fuerza sobrehumana me agarro del cuello. Acto y seguido hizo que inhalase el polvo y me soltó.

- La gente como tu me da mucho asco, os acomodáis con placeres estúpidos y vicios comunes. Siempre creéis que el mundo gira a vuestro alrededor y os engañáis, merecéis realmente morir y sufrir como ratas.

-¿¡Qué mierda me has metido!? ¿¡Qué cojones quieres de mí gilipollas!? - Le grité desde el suelo, no podía moverme y mi cara estaba roja, me ardía el cuerpo.

- Esto no es droga, pobre hombre, es algo que no tiene importancia como todo lo te que sumerge en la vida. Morirás entre terribles visiones de como debería haber sido tu mundo.

Dicho esto se dio la vuelta y echó andar, esta vez iba con la cabeza bien alta y las gotas de lluvia rebotaban en su rosto, pálido como la nieve. Se perdió entre las sombras de las calles y la noche, mientras tanto yo me quedé en el suelo, maldiciendo y gritando. Le grité porque me había dado esa porquería, que había hecho con mi coche y porque a mí y no a otro, eso fue lo que más le grité conforme pasaba el tiempo y el dolor carcomía mis entrañas.

Acabé viendo cosas raras: edificios derrumbándose, gente deshaciéndose en vísceras, dolor, sufrimiento, sueños rotos... ¿Porqué veía esas cosas antes de morir? ¿No se suponía que cuando mueres lo que ves es toda tu vida en un segundo?

Pero acabé comprendiendo, esa era realmente mi vida. Una metáfora en imágenes desagradables, una vida vacía, esculpida por el sometimiento a los vicios fáciles y la derrotas por no reconocer mi falta de esfuerzo. Entendí que lo que le repugnaba aquel hombre era que mi vida había sido enfocada por el mal camino, de no serlo así podía haber sido otra persona, quizás alguien importante que contribuyera en la felicidad global.

Lo que no pude entender aun así, es porque ese hombre estaba tan interesado en que me diera cuenta y sobre todo, porque justamente había sido él y no yo quién lo sabía.

Acabé cerrando los ojos y muriendo placidamente, pese al sufrimiento al que había sido expuesto. Mi cuerpo estaba retorcido como una obra de arte vanguardista y brotaba sangre por todos los orificios posibles. Parecía una fuente cuyo caudal estaba cerrándose, una estatua incomprensible en medio de un estanque de líquido rojo totalmente desolador.

Esa era mi visión de lo sucedido, pero no era más que una pequeña parte de una cosa más grande, un grano de arena que formaba una playa que se perdía a la vista.

Esa red tan grande es la que tenéis que descubrir vosotros mismos, yo no puedo hacer más.


- Memorias de un personaje sin importancia -

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