martes, 21 de mayo de 2013
Perfido.
Antaño eramos un grupo.
Hoy no somos nadie.
No puedo describir la cuantía del sufrimiento que palidecí en mis años tempranos a la hombría, la sombra de una soledad reminiscente que me acunaba con pavor mientras los sentimientos del vacío me consumían.
Los años pasaron a la velocidad de las agujas de un reloj incansable y trajeron tiempos aciagos, gustosos momentos bañados con el calor de la unión, el amor fraternal y la fuerza que solo nace cuando los muchos hacen al uno solo.
Sin embargo el crear y pertenecer a una hermandad tiene sus costes, los cuales cumplí sin que mi mano temblase. Defendí a mis hermanos, di la cara por ellos, les tendí mi mano cuando se caían y aun así también tuve que romper lazos solidificados en viejas amistades para que la unión del presente se mantuviese fuerte ante la presencia de mi alma.
Golpeé corazones con mi lengua afilada, encendí las llamas del odio para satisfacción de otros, mentí, conspiré, critiqué, pero también dije la verdad cuando otros no se atrevían, ejecuté mis momentos para bienaventuranza de los demás, adulé, elogié, motivé y animé. Cavé mi propia tumba inconscientemente, todo por el amor y la aceptación.
¿Pero qué es la confianza de la amistad cuando eres prescindible?
La utilidad es un defecto que a todos nos acompaña y que morimos por robar de los demás, tal es así, que a nuestro más querido hermano somos capaces de despachar en el momento que su utilidad ha perecido de sus funciones. Materialistas insatisfechos de la codicia y la maldad, buscadores de un lecho caliente y el confort de la seguridad sentimental...
Al día de hoy me doy cuenta de muchas cosas que ya sabía pero que mi orgullo cegaba para el bien de mi espíritu. Como cada gratino de arena acumulado durante estos 4 años formaban un castillo inestable resquebrajado con el aire de un débil soplido de egoísmo y mezquindad.
Puede que en parte sea adalid de mi destino, una bofetada del karma por haber creado este falso ecosistema de seguridad creyendo que la fe es cosa de hechos iniciales sin tener en consideración que se marchita si no se cuida. Pero la verdad es testigo que mi honor permitió vivir a este grupo y mantenerlo unido, alejando las manzanas podridas que intentaban corromperlo... O al menos lo intentó cuando otros no hacían nada por intentar zafarse de ser arrastrados.
Ahora intento alzar la mirada con la esperanza de que algún rayo de luz me acaricie y permita aferrarme a él, que me separe de esta experiencia si en realidad es mentira y me de la orden de arreglar el dolor que causé en los nacimientos de la hermandad. Si realmente queda algo de bondad en mi corazón espero que los demás puedan hacerla emerger de él, no deseo zarpar a las oscuras aguas del infortunio futuro...
No fue la guerra lo que abatió al mercenario Nero, fueron los 7 pecados capitales que pudrieron las buenas almas de sus camaradas.
La batalla no siempre se pierde por escoger el bando equivocado, a veces, la derrota emana de nosotros mismos al no escoger detenidamente el curso de nuestras acciones.
Firmado por Nero Red Rising, Vicepresidente de la que quiero recordar como los "Comandantes de la Muerte Anárquica" - CMA.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario